El amor es la fuerza que mueve el universo, no podríamos vivir sin amor. Qué gris y triste sería un mundo en el que el amor no existiese, y sin embargo…. Cuánto dolor puede producir ese mismo amor cuando no encuentra la forma de salir de nuestros corazones!!
Los mayores sufrimientos por amor vienen siempre dados por una ruptura. Por lo general, cuando una relación se acaba, suele ser porque uno de los dos así lo desea; y esto siempre causa dolor al otro. A veces el amor puede ser muy doloroso, aquí os voy a enseñar un pequeño ritual para olvidar a un amor ya pasado.
Este ritual para olvidar un amor anterior es muy sencillo y además se puede realizar desde casa. Todos los elementos que necesitarmos son de uso cotidiano y tiene un efecto inmediato. Nada más terminarlo, notarás cómo se libera cierta presión, pero el verdadero efecto se siente en un par de semanas, cuando un día descubrimos que la persona a la que antes amábamos tanto y que ahora nos hace daño, simplemente no nos importa.
Cómo realizar un ritual para olvidar un amor anterior
En una noche de luna llena cogeremos un pequeño cuenco o vaso, en el que meteremos una fotografía de la persona amada. Sobre la fotografía echaremos un poco de sal y llenaremos el cuenco con alcohol de quemar. Encenderemos el alcohol y mientras se quema la fotografía repetiremos mentalmente:“Esta noche termina el sufrimiento, donde no hay sentimientos no puede haber dolor.”
Repetiremos esto hasta que la foto se haya quemado completamente. Una vez que sólo queden cenizas, las recogeremos y saldremos a la calle para tirarlas en alguna alcantarilla bien lejos de casa.
Con este ritual se consigue romper el vínculo afectivo con la otra persona y se recupera el equilibrio interior, con lo que en poco tiempo volveremos a ser como éramos antes de conocer a esa persona, se terminarán los desvelos, la tristeza, la desgana y el dolor.
Recuerdo una amiga a la que le recomendé este ritual. Al realizarlo me dijo “nunca pensé que podría darme tanta paz dejar de sentir lo que sentía por mi exmarido”, y la verdad es que tenía razón: muchas veces no nos damos cuenta de cuánto necesitamos realizar un pequeño ritual hasta que descubrimos lo bien que nos ha dejado.
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