El deseo de posesión sobre la otra persona puede ocasionar todo tipo de celos. En ocasiones se puede sentir celos hasta de una mascota a la que se le prodigan atenciones y mimos que la otra persona piensa que le están robando a ella. Por eso, los celos pueden convertirse en una auténtica patología difícil de tratar y con la que es difícil convivir. Una amiga, a través de mi tarot online, me decía: -Mi relación no funciona por culpa de sus celos hacia mi familia-. Veamos el resto de su historia.
“Saludos cordiales, Paloma. Tengo una relación con un chico desde un año y medio. Al año y dos meses de nuestra relación decidimos irnos a vivir juntos, hasta entonces yo había estado viviendo con mi familia: mis padres y dos hermanas mayores que yo. Durante ese tiempo todo nos iba muy bien pero al irnos a vivir juntos comenzaron nuestras diferencias. Cuando yo vivía con mi familia nunca noté nada extraño en su actitud hacia mi familia, simplemente sus comentarios acerca de las ganas que tenía que nos fuésemos a vivir juntos. El hecho es que, al hacerlo, se ha convertido en un problema el hecho de que yo mantenga una relación muy estrecha con mi familia. Cada día paso a ver a mis padres y a mis hermanas, ya que la relación en nuestra familia siempre ha sido muy buena, disfrutamos mucho conversando y siempre hemos estado muy pendientes de las cosas de cada uno, y eso a mi chico no le hace ninguna gracia. Él piensa que es excesivo este tiempo, que debería poner un poco de distancia ahora que vivo fuera de la casa familiar y estar más pendiente de nuestra relación. Yo no creo que disfrutar con la compañía de mis padres y hermanas resten nada a mi relación con él, y así se lo intento hacer ver, pero siempre acabamos discutiendo por este asunto y cada vez nuestras discusiones son más fuertes y más difíciles de superar. Mi relación no funciona por culpa de sus celos hacia mi familia. No quiero perderlo, pero tampoco quiero renunciar a mi familia como él dice”.
Cómo evitar que tu pareja sienta a tu familia como un rival
Contacté con mi amiga para solucionar su problema y, para comenzar, aconsejé una lectura de tarot. Las cartas mostraron que su pareja tenía una tendencia muy posesiva, fruto precisamente, de la inseguridad que le había generado no haber tenido lazos bien estructurados afectivamente en el seno de su propia familia. Era lógico, por otro lado, que no entendiera que la familia pudiese llegar a ser tan importante como lo era para su pareja. Decidí entonces realizar un ritual de endulzamiento, para alejar los momentos de tensión entre ellos y que el entendimiento fluyera de forma más natural. Al mismo tiempo realicé un ritual para abrir camino con el que el chico comenzaría a sentir la relación de su familia política, no como una rival por la que luchar por la atención y el tiempo de su pareja, sino como una aliada a la que poder sumarse y así compartir la felicidad que esto le producía a su chica.
Al cabo de dos meses esta amiga me explicó lo mucho que habían cambiado las cosas. No habían vuelto a mantener una sola discusión por este tema, como si esa actitud hostil nunca hubiese existido. Ella seguía manteniendo una relación constante con toda la familia, e incluso él le había acompañado en alguna ocasión o quedaban en casa de los padres para, desde allí, volver juntos a casa cuando él salía del trabajo.
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